lunes, diciembre 11, 2006

Editorial: Reimpulso a la Costanera

EDITORIAL

Mientras no se desocupen los terrenos fiscales ni se soterre la vía férrea, es poco probable que el sector alcance el dinanismo necesario para que Concepción se proyecte como ciudad fluvial.

Convocados por la Municipalidad de Concepción, arquitectos y urbanistas se reunieron hace unos días para discutir el desarrollo de la ciudad. Se trataba de un grupo heterogéneo, formado por académicos de las cuatro universidades que imparten la carrera en la zona, representantes del sector privado de la construcción y otros destacados profesionales del área.
Las miradas fueron múltiples y contrastantes.
Mientras algunos destacaban el acelerado crecimiento en altura y densificación del centro, otros cuestionaban una cierta permisividad del plan regulador. También se habló de la necesidad de recuperar y aumentar las áreas verdes, estimular los espacios peatonales y ciclovías, revitalizar el comercio y crear nuevos hitos urbanos.
Sin embargo, casi todos coincidieron en el diagnóstico de la Costanera, donde durante la última década se ha ejecutado el programa “Ribera Norte” del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Las opiniones llegaron al consenso de que allí era necesario con urgencia reimpulsar y acelerar la iniciativa, para terminar definitivamente de desocupar los terrenos fiscales que existen en la orilla del río Biobío e incorporarlos al desarrollo de la urbe.
¿Por qué Concepción, después de una década y más de cien millones en inversión pública, no ha logrado conquistar la ribera del río Biobío? La pregunta se remonta al origen de la ciudad, emplazada en el Valle de La Mocha después del terremoto y maremoto de 1751, que destruyó el asentamiento humano ubicado en lo que hoy es Penco. Sus habitantes, cansados de las penurias que les había causado la naturaleza, buscaron un lugar más seguro, más alejado del mar.
El Biobío también era entonces una amenaza para la seguridad de los penquistas, quienes ubicaron la plaza de armas a 1.500 metros de la orilla del río. A principios del siglo XX llegó el ferrocarril y la vía férrea se emplazó también paralela al afluente, constituyendo una nueva barrera. Después, el proceso de migración campo-ciudad llevaría a que sólo los más pobres se vieran obligados a vivir en ese espacio, marginado de la ciudad.
La situación se mantuvo prácticamente igual hasta principios de 1990, cuando el gobierno se planteó la exigencia de mejorar las condiciones de vida a las cerca de dos mil familias que vivían en la Costanera y también de integrar este gran espacio de suelo a la urbe. Nacía el proyecto Ribera Norte.
Durante el período de Eduardo Frei Ruiz- Tagle se realizó la planificación de la iniciativa, que significó un plan seccional para esa área, y se ejecutaron las obras más significativas -el Puente Llacolén y la avenida Costanera-, las viviendas sociales para 1.400 familias, la primera etapa del parque y el desplazamiento de la vía férrea para dejar espacio al nuevo Barrio Cívico.
Diez años después de ese gran impulso, la Ribera Norte de Concepción ha experimentado una gran transformación y la ciudad está en vísperas de presenciar el traslado de la Intendencia hasta el edificio recuperado de la ex Estación de Ferrocarriles. La avenida Arturo Prat muestra hoy los frutos de este impulso renovador. Sin embargo, la integración no se ha concretado y cientos de familias aún viven en terrenos fiscales, en medio de escombros y basurales.
Las expectativas están puestas en el próximo traslado de la Intendencia. La instalación en ese barrio permitirá que el Ejecutivo vea a diario esta realidad. Es de esperar que con este estímulo se logre el reimpulso que el programa Ribera Norte requiere, incluyendo el soterramiento de la vía férrea, para que se logre lo que Concepción soñó hace más de cien años: poder mirar al río Biobío.

*Editorial de Diario El Sur. 11 de diciembre de 2006.

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