martes, octubre 18, 2005

Así se frustró el proyecto visionario


Ribera Norte del Biobío

·La posibilidad de instalar un casino en la Costanera penquista naufragó. Con ello, el Teatro Pencopolitano y la cacareada profecía de los años 90 de “Concepción vuelve a mirar al río” también parecen tambalear. ¿Cuál es el motivo? Todo apunta a un círculo vicioso de oferta y demanda de terrenos en que los campamentos y la línea férrea siguen marcando el límite de la ciudad.

Por Nello Rolleri V.
Ilustración: Domingo Baño A.


"¿Cuándo se jodió el Perú?”. Esta es la pregunta que Zavalita hace en la inolvidable novela de Mario Vargas Llosa “Conversación en la Catedral”.
La pregunta de un Zavalita penquista (mirando al río Biobío) sería hoy ¿cuándo se jodió la Costanera? ¿Cuándo se perdió el rumbo de eso que a fines de los 90 parecía tan a la mano y posible de conseguir?
Era la época que la frase “Concepción vuelve a mirar el río” se repetía con majadera y alegre insistencia por las autoridades de la época, desde el Presidente de la República para abajo, mientras se invirtieron cerca de cien millones de dólares en construir el Puente Llacolén, la avenida Costanera, dos mil viviendas sociales, esculturas, juegos infantiles y prados.
Cinco años después, ese sigue siendo un lugar inhóspito y hostil. Los penquistas que circulan por la Costanera lo hacen en automóvil, a toda velocidad, y rogando porque el semáforo no esté en rojo.
Las autoridades y los Carabineros llaman a las mujeres a no llevar la cartera sobre el asiento, porque los “delincuentes juveniles” se dedican con periódica insistencia a romper el vidrio del copiloto para robarlas y salir corriendo hacia los callejones del sector.
Y eso durante el día, porque en la noche sólo los valientes transitan por aquí. Muchos penquistas, por prudencia, prefieren otras alternativas mucho más largas, pero más seguras que la riesgosa avenida junto al río.
El comentario entre dientes es que “está jodida la Costanera”. En este gran espacio de Concepción, entre la vía férrea y el río, no hay ninguna actividad relevante que justifique una visita turística o un paseo dominical. No hay un puesto de artesanías, ni una pérgola, ni siquiera un quiosco.
La recuperación urbana no pasa de ser una frase.

El enroque de campamentos

¿Cuándo se terminó de joder la Costanera? La respuesta es fácil: recién este año, cuando los sueños de que allí se instalaría un casino, que podría estar asociado al Teatro Pencopolitano, se fueron al tacho de la basura.
¿Porqué ocurrió eso? “Por la tozudez del gobierno”, responde la alcaldesa Jacqueline van Rysselberghe, al explicar que todos los esfuerzos de su administración para que los inversionistas privados se interesaran en el sector chocaron con la porfía del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y su programa Ribera Norte, en que la venta de los paños de terreno debía hacerse en la modalidad de la Ley de Financiamiento Urbano Compartido.
Esta idea significaba que el oferente debía, además de pagar un valor por el terreno al Fisco, construir obras de interés público, en este caso, el Parque Central. El único detalle es que esta ley “no ha funcionado nunca en Chile”, exclama la jefa comunal.
Además, pese a los años que han transcurrido desde que se entregaron dos mil viviendas sociales, sigue viviendo en esos terrenos fiscales cerca de un millar de personas, incluyendo 150 familias del campamento “provisorio” mientras se realizaba el traslado, en el sector de “La Pera” ferroviaria.
¿Quienes son estas familias? En su gran mayoría personas que pese a los ofrecimientos de una vivienda digna no son capaces de pagar un dividendo o de endeudarse con la banca privada. A ellos se han sumado, en estos años, sus hijos, sus nietos, parientes venidos de otras comunas y los tradicionales “allegados”.
En la práctica, lo que ha ocurrido es que mientras el Minvu entregaba departamentos y casas para desocupar esos terrenos, en forma simultánea eran ocupados por otras familias. Son cientos, que hoy tienen las mismas expectativas que sus predecesores, es decir, que se les asigne una vivienda definitiva.
Lo que realmente ocurrió en la Costanera es que la ciudad recuperó cien metros de terrenos en dirección al río, al trasladarse la vía férrea y construirse la avenida Padre Alberto Hurtado. Ese tramo, donde hoy se ubica el supermercado Líder y se construye el Barrio Cívico, es la denominada “pieza de ensanche”, y es la única donde los privados han comprado terrenos al Serviu y realizado inversiones. Entre la vía férrea y la avenida Costanera el paisaje es dominado por los campamentos y la basura.

La última licitación

A fines del año pasado el Programa Ribera Norte decidió finalmente llamar a licitación de dos lotes de terreno, en forma directa.
La oferta consistió en dos paños, de 1,5 y 1,6 hectáreas, por valores mínimos de 6,9 y 6,3 UF el metro cuadrado, respectivamente. Eso equivale a que el primer lote se vendía en un mínimo de 1.790 millones de pesos y el segundo en 1.612 millones.
En el proceso compraron bases once interesados, sin embargo, sólo uno llegó a marzo con una propuesta, que fue la Sociedad de Casinos de Concepción, integrada por Egasa, de capitales hispanos.
Sin embargo, uno de los competidores -la familia Martínez, hoy Enjoy- impugnó esa oferta ante la Contraloría porque estimó que se encontraba fuera de bases. Finalmente, el interesado se retiró, argumentando también un punto de las bases: que los terrenos no habían sido desocupados por el Serviu.
En este trámite llegó julio, el plazo fatal que impuso la Superintendencia de Casinos de Juegos para que los interesados en una licencia para el Gran Concepción presentaran sus proyectos, incluyendo la disponibilidad de los terrenos.
Lo que ocurrió es que Egasa se decidió por San Pedro de la Paz, y elaboró un proyecto de casino en la Laguna Grande, que ayer fue presentado públicamente y que la próxima semana traerá a Miguel Bosé para su lanzamiento en sociedad.
Su competidor, la familia Martínez, se asoció con Lotería de la Universidad de Concepción para presentar un proyecto de casino también en la Costanera del Biobío, pero en la comuna de Hualpén.
Así la Costanera de Concepción perdía su mejor oportunidad. En forma simultánea fueron removidos de sus cargos el coordinador del programa Ribera Norte, Alvaro Riffo, y también el director regional del Serviu, Carlos Ugarte.

Trabas inexplicables

Jacqueline van Rysselberghe asegura que se hicieron muchas reuniones, incluso con el intendente Jaime Tohá, para solicitar que se agilizara esta venta de terrenos en la Costanera para un casino, “porque nos interesaba tener la mayor cantidad de empresas con posibilidad de competir”, sin embargo, nada ocurrió.
“Si esto se hubiese hecho con tiempo, aún con la impugnación a Contraloría, se habría alcanzado a vender, pero como se hizo a última hora, no se concretó”, sentencia la jefa comunal.
Para la alcaldesa todo el tema resulta inexplicable. Se trataba de una iniciativa en que ganaban todos: el inversionista con un terreno a pocas cuadras del centro de Concepción; el gobierno porque consolidaba el proyecto Ribera Norte; los pobladores del sector porque verían mejorada la plusvalía del área; y la ciudad, porque se generaría una actividad económica y el mayor movimiento desplazaría el problema de delincuencia.
“No entiendo porque pusieron tanta traba, para mí no hay otra razón que querer poner palos en la rueda, a una idea que era buena”, concluye.
Las explicaciones que entrega el secretario regional del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Aldo Ramaciotti Fracchia, es que no lograron desalojar a las familias del sector, pese a los intentos que se realizaron en enero pasado, incluso con el auxilio de Carabineros.
En esa oportunidad se produjo una verdadera batalla campal, en que el Serviu con el apoyo de Fuerzas Especiales de Carabineros logró sacar a tres mediaguas que se acababan de levantar en un terreno recién desocupado. Hoy esas familias se encuentran viviendo allí tranquilamente. Una empresa que fue contratada para cercar los terrenos “recuperados” debió abandonar sus intentos, luego que los pobladores les destruyeron sistemáticamente los cierros de hormigón que intentaban instalar. La tónica fueron amenazas y agresiones para mantener todo como estaba.
Hoy, cuando la oportunidad de un casino en la Costanera se esfumó, ya nadie piensa en desalojar a los pobladores y ocupantes, menos aún cuando sólo faltan semanas para las elecciones.
Ramaciotti reconoce que “hay frustración” en el programa Ribera Norte, “porque nos habría gustado generar las condiciones óptimas, no sólo para la instalación de un casino, sino de cualquier otra actividad... pero obviamente eso ocurrirá en otra oportunidad”.
Consultado por los plazos para que el Serviu intente una nueva “recuperación” de esos terrenos, señala que se trata de una “tarea de futuro”, porque deberán diseñar y construir nuevas soluciones habitacionales para las familias que hoy habitan en forma irregular la Costanera.
Cuando se le menciona el caso del pie del cerro Chepe, en que en los últimos meses se ha poblado de mediaguas un sector que hasta el año pasado estaba desocupado, incluso con familias que el propio Serviu ha instalado en forma “provisoria”, insiste en que se trata de un “proceso de negociación que está en marcha”, pero que terminará con una solución definitiva para ellas.

Nuevos sueños

Esta situación ha significado que incluso el “Parque Central” del Ministerio de Vivienda -un proyecto que tenía aprobado más de mil millones de pesos- ha debido ser modificado en las últimas semanas, ante la imposibilidad de contar con los terrenos del campamento “La Pera”.
Ramaciotti afirma que sólo se construirá la mitad, aquella que corresponde al tramo más cercano al río Biobío, donde se ubicará el Memorial de los Derechos Humanos.
Tampoco está claro cómo se producirá el tránsito peatonal desde el Barrio Cívico hacia al río Biobío, que era uno de los pilares de la propuesta Ribera Norte. Lo que ocurrirá, en la práctica, es que la remodelación de la ex Estación de Ferrocarriles, para la futura Intendencia, incluirá sólo una pequeña área verde que chocará contra la malla metálica instalada por Biovías para confinar la vía férrea. Hasta allí llegará -por ahora- el sueño de conquistar el río.
Otros sueños, como el Teatro Pencopolitano, ya han sido borrados de los documentos oficiales del Bicentenario y sólo reaparecen, de tarde en tarde, como voces de un náufrago en medio del océano. Sin embargo, el amplio paisaje del río Biobío cuando se avecina al mar parece próspero para la generación de quimeras.
En estos momentos, ya hay una prestigiosa oficina de arquitectos trabajando en un diseño “espectacular” para un gran complejo comercial y residencial en el sector, que no sólo se limitaría a la Costanera sino que incluiría la recuperación de más terrenos al río Biobío. Allí cabría un nuevo mall, una universidad, un parque de recreaciones y hasta un puerto fluvial...
¿Otra apuesta para que Concepción mire al Biobío?

*Tendencias. Domingo 16 de octubre de 2005.

2 comentarios:

Tomé al Día.Com dijo...

Carta al director del seremi Aldo Ramaciotti. Viernes 21 de octubre de 2005.

Ribera Norte

Señor director:
En relación al reportaje titulado “Así se frustró el Proyecto Visionario” publicado el domingo 16 de octubre en la portada de Tendencias, quiero comentar lo siguiente: Como es de público conocimiento, el proyecto Ribera Norte se propuso hace 10 años recuperar una extensa e inaccesible área próxima al centro de Concepción, ocupada con grandes instalaciones ferroviarias, extensas zonas inundables y habitada por 3.000 familias de bajos ingresos, en terrenos fiscales y particulares.
La recuperación urbana que se planteó consideró originalmente la reubicación de 1.500 familias en el área del proyecto, la construcción de vialidad, parques, de un barrio cívico y la recuperación de 24 hectáreas de terreno para desarrollo inmobiliario.
A la fecha, las 1.500 familias están relocalizadas en nuevas viviendas en el sector, se ha construido el 60% de las obras viales, se ha concretado la primera etapa del parque ribereño, se han iniciado las obras del barrio cívico, se han recuperado 11 hectáreas de terreno para desarrollo inmobiliario y en diciembre se iniciarán las obras de la Plaza Bicentenario, como cabezal del futuro Parque Central.
En tal sentido, no puedo compartir el enfoque que se ha dado al reportaje, ni menos las conclusiones que allí se expresan.
Ciertamente, la principal complejidad de este proyecto ha estado radicada en la gran cantidad de familias existentes en el sector, la que en otros tiempos podría haberse resuelto rápidamente, mediante un masivo y forzoso destierro hacia la periferia de la ciudad, pero que en un contexto democrático, basado en el diálogo y respeto hacia las personas, merece un tratamiento bastante más cuidadoso. En tal sentido, desde principios de este año, se desarrolla un intenso proceso de negociación con 300 familias del borde ribereño, lo que ha posibilitado la recuperación de importantes paños de terreno, que están siendo licitados para su venta, desde febrero de este año.
Es evidente que el área ribereña entre los puentes Viejo y Llacolén, representa el principal desafío que falta por consolidar, pero que sería imposible emprender sin haber abordado previamente las etapas anteriores. En consecuencia, supeditar el éxito de este largo y complejo proceso a la localización de un supuesto casino, que por lo demás nunca estuvo contemplado originalmente, es reducir de manera muy simplista un proceso de alta complejidad técnica y social.
El proyecto Ribera Norte está en plena marcha y lo seguirá estando en el futuro, para lo cual se ha reforzado el equipo profesional y se trabaja en un nuevo plan estratégico y de gestión para los próximos años, que por cierto contempla la incorporación de interesantes iniciativas privadas que hoy son materia de análisis.
Pretender la concreción de esta tarea en 10 años, es ciertamente un legítimo anhelo compartido, pero que no se corresponde en absoluto, con la complejidad y envergadura de este proyecto, ante el cual, la alcaldesa de Concepción se ha limitado en los últimos 5 años a participar como simple espectadora, sitial desde el que ha sido testigo de la gigantesca transformación de la ciudad, por la directa acción del gobierno.
En los últimos seis años, el Gran Concepción ha asistido a un desarrollo en materia de infraestructura sin precedentes en su historia; las monumentales obras de vialidad urbana y modernización del transporte ferroviario del proyecto Biovias, las nuevas autopistas que conectan los puertos y centros industriales de la intercomuna y la erradicación de más de 4.000 familias de diversos campamentos hacia viviendas más seguras, hablan de este desarrollo metropolitano; el proyecto Ribera Norte forma parte de este desarrollo y sería bueno, junto con destacar los aspectos pendientes, también destacar los evidentes e innegables avances de su gestión.

Aldo Ramaciotti Fracchia
Arquitecto
Seremi de Vivienda y Urbanismo

angela.bustamante dijo...

Hola: que tal?, Mala la cosa con respecto a las obras que se tenían pensanda en la Costanera.
Yo siempre me he preguntado que ha pasado con quienes eran socios del teatro pencopolitano y daban dinero para ello ¿?

Bueno. Saludos Gracias por postear y nos leemos (jaja)

Adios